FRAUDE ELECTORAL: la amenaza totalitaria y el mandato imperativo

En su primer acto como nuevo presidente de la Asociación Cultural Beatriz Galindo «la Latina», Guillermo Pérez abre la mesa el pasado sábado 30 de noviembre de 2019 mostrando su agradecimiento a la sala Cvm Lavde y dando la bienvenida al numeroso público asistente, entre el cual se hallan representantes de diversas asociaciones e incluso partidos políticos, de diversas y hasta opuestas posturas. Procede a continuación a presentar al empresario y ganadero Luis Carlón, presidente de laA.C.T. Fernando III el Santo (Palencia), quien va a ofrecer una primera ponencia titulada ¿Es democrática la partitocracia?

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Carlón analizó la aparición de los partidos políticos, creados con el objetivo de dividir al pueblo en derechas e izquierdas y otras facciones ficticias, para debilitarlo y de esta forma poder controlarlo

 

 

 

 

 

Luis Carlón recordó en su elocuente charla la importancia de no romper las conexiones con nuestra historia, ilustrándolo con numerosos ejemplos ya desde los antiguos griegos. Éstos y otros pueblos sanos de la historia se esfuerzan en que sus jóvenes conozcan las gestas de su civilización, con ánimo de superación y virtud.

Así, en Atenas, eran condenables los crímenes contra tu propia cultura, nación y tradición. Frente a esta actitud está la de la época revolucionaria actual, que ensalza lo contrario: el crimen, la fealdad, el error.

Carlón analizó las causas de la destrucción de la civilización y la aparición consiguiente de los partidos políticos, creados con el objetivo de dividir al pueblo en derechas e izquierdas y otras facciones ficticias, para debilitarlo y de esta forma poder controlarlo. Explicó los motivos por los que no se vive en democracia en ningún sistema en que los gobernantes no son controlados por el pueblo, como la partitocracia, con sus divisiones artificiales para destruir el poder del pueblo y afianzar el poder de los partidos, o los de ciertas dictaduras también totalitarias donde todo el mundo vota, igual que en las partitocracias, pero en ningún caso el simple hecho de votar es garantía de democracia ni de nada.

Los partidos políticos no los financia el pueblo, porque no los financian sus militantes, sino el Estado y sobre todo el mundialismo económico. Aludió también a otras ramificaciones como sindicatos, «chiringuitos», ciertas asociaciones y medios de comunicación, así como la evidencia de las puertas giratorias, enderezadas a consolidar la degeneración y posiciones culturales aberrantes. Recordó los crímenes horribles perpetrados tanto por la guillotina y el liberalismo en su implantación, como por sus derivados, nacionalistas y marxistas entre otros.

Señaló como enemigos del pueblo el mundialismo y el anticristianismo y manifestó su aprobación a cualquier vía moral para acabar con la partitocracia, tanto desde dentro como desde fuera del sistema.

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Chema Guevara advirtió sobre la necesidad de fomentar el pensamiento crítico desde las escuelas, ante una amenaza muy grave y un enemigo muy peligroso

La segunda intervención, bajo el título Elecciones, la realidad de la mentira corrió a cargo del contundente verbo de Chema Guevara, entrenador personal, experto en seguridad y portavoz de la Asociación Cultural Beatriz Galindo desde su fundación. Guevara, ilustrándolo con el testimonio del ex-agente de la KGB, Yuri Bezmenov, demostró los planes del marxismo cultural para destruir las bases de la tradición grecorromana y cristiana, cambiar la percepción del pueblo, de manera que, por mucha información que reciba, nadie sea capaz de llegar a conclusiones sensatas para defenderse a sí mismo, a su familia, a su pueblo y a su patria.

De manera que en la actualidad la gente que compone los gobiernos occidentales, la administración, el mundo de los negocios, la prensa y el sistema educativo tienen alterado incluso el más elemental sentido común.

Pese a declararse no creyente, Chema señaló la recuperación de Dios y de nuestra tradición como contrapeso básico al poder y única alternativa posible, contra las ideologías que intentan alterar la realidad y el sentido común y pretenden destruir los fundamentos básicos de la sociedad y sus libertades.

Guevara alentó a no callar, a combatir estos errores y protestó contra el afán de la progresía por imponer sus ideas contra la lógica y la razón, el grosero ataque de estas fuerzas hegemónicas intolerantes contra todo el que no piense como ellos; como su empeño en señalar con el dedo y etiquetar a todo aquel que discrepe de las ideas disparatadas que intentan imponer por la fuerza.

Repasó la historia de la aplicación de estos planes totalitarios en España, señalando su inicio cercano en la Constitución de 1978, con los diferentes gobiernos implantados y la normalización de la mentira por parte de los políticos desde entonces, así como la costumbre de los partidos de no cumplir sus promesas electorales. Trajo a colación el ejemplo de cuando un partido político es sincero y cumple lo que promete en seguida es víctima de toda clase de ataques.

Señaló que «no podemos estar permanentemente aceptando la ideologización de la sociedad y ese adoctrinamiento constante»; y advirtió sobre la necesidad de fomentar el pensamiento crítico desde las escuelas, ante una amenaza muy grave y un enemigo muy peligroso contra la que hay que ser valientes y somos absolutamente responsables ante lo que está sucediendo y está por suceder, para evitar la destrucción completa de nuestra nación y de nuestra sociedad.

 

En un tono de respeto y cordialidad, la intervención de Guevara dio lugar a un largo coloquio con una parte numerosa de los asistentes, con una serie de preguntas o réplicas por parte de personas de diferentes ideas políticas presentes en el público. Tanto facciones del marxismo que rechazan la vinculación marxista a la ingeniería social y al consenso progre y abogan por concepciones más sensatas que las impuestas por el sistema actual (atribuyendo sus errores al capitalismo), como preguntas acerca de la implicación de sectas como la masonería en el totalitarismo vigente; o incluso la crítica de algún representante de algún partido político emergente, que consideró que no había quedado suficientemente clara la crítica al gobierno ultraprogresista y antiespañol de Mariano Rajoy.

 

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Frente al gobierno sin límites, la Escuela de Salamanca establece la representatividad popular real y directa en Cortes, contra la falsa representatividad o representatividad indirecta

De la tercera intervención se encargó el economista y profesor universitario Daniel Marín, especialista en la Escuela de Salamanca. Bajo el título La Escuela de Salamanca contra el absolutismo, no habló tanto del absolutismo en términos históricos, sino como una filosofía política concreta vigente en la actualidad: un orden político absuelto de los límites naturales, el gobierno progresista, impositivo e intolerante que trajeron los liberales a España.

Frente al gobierno sin límites, la Escuela de Salamanca establece tres límites.

El primero es que el poder viene de Dios, un principio opuesto tanto al falso derecho divino de los reyes, como a la errónea teoría de que el poder venga de la voluntad cambiante del pueblo.

El segundo es la ley natural y la ley divina.

Y el tercero la representatividad popular real y directa en Cortes, contra la falsa representatividad o representatividad indirecta, que desvincula a los gobernantes de los gobernados y hace que los gobernantes puedan tiranizar la sociedad y hacer absolutamente lo que quieran.

Procedió a repasar los modelos políticos naturales de los tratadistas clásicos y sus correspondientes degeneraciones tiránicas y recordó que la representatividad política vigente en la actualidad, con sus absolutismos de partido e ideologías, es completamente ficticia.

Tras la intervención de Daniel Marín se procedió a hacer un receso, a fin de que los asistentes y los conferenciantes pudieran tomar un refrigerio antes de finalizar la mesa redonda y poder continuar el intercambio de puntos de vista.

Luis Carlón se encargó de presentar a los dos últimos ponentes, Jesús Teira, profesor de secundaria y nuevo vicepresidente de la Asociación Beatriz Galindo, y el nuevo presidente de ésta, Guillermo Pérez, doctor internacional en filología clásica.

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Jesús Teira advirtió que en la actualidad se magnifica la democracia, cuando en realidad vivimos, en sentido estricto, bajo un régimen oligárquico

En su ponencia La democracia clásica frente a la oligarquía moderna, Jesús Teira enlazó con la intervención de Marín, recordando, con la oratoria impecable que le caracteriza, los tres regímenes políticos clásicos y sus degeneraciones: monarquía, aristocracia y democracia frente a tiranía, oligarquía y demagogia, respectivamente.

Y advirtió que en la actualidad se magnifica la democracia, cuando en realidad vivimos, en sentido estricto, bajo un régimen oligárquico, con una oligarquía partitocrática dirigente. Tras mencionar distintos casos concretos de corrupción que ilustran la naturaleza del régimen actual, pasó revista al funcionamiento constitucional de la Antigua Roma y los mecanismos y contrapoderes que fue estableciendo para controlar a los gobernantes y cargos públicos y evitar su corrupción.

Pasó a recordar cómo la Cristiandad medieval, heredera del derecho romano, también desarrolló mecanismos que aseguraran que los representantes hiciesen la voluntad de los representados y no la de oligarquías partidistas. Y en la monarquía española, régimen mixto, se mantuvieron igualmente esos mecanismos, que incluían la obligación de cumplir con el mandato de sus votantes y la rendición de cuentas al finalizar el mandato, o un examen previo que evitara que la representación estuviera en manos de delincuentes.

La Revolución francesa fue una revolución oligárquica que acabó con los mecanismos de una verdadera democracia. Como resultado de ello tenemos, entre otras cosas, la Constitución de 1978, base del Estado de las autonomías, que acertadamente denominó «Estado de los políticos». Éste fue creado no para garantizar el bien común, sino el bienestar de los políticos y sus clientelas, siendo causante además de una serie de aberraciones y enfrentamientos morales, gastos innecesarios y problemas políticos, agravados en un momento de emergencia social como el actual.

Señaló la imposibilidad de volver de la noche a la mañana a la Monarquía Hispánica o a la República Romana y propuso como solución la reforma progresiva de la constitución, para que las instituciones de derecho positivo se adecuen al derecho consuetudinario y al derecho natural, mediante el unicameralismo y la circunscripción unipersonal. Y que los diputados de las Cortes Generales sean los mismos que los territoriales, con el consiguiente trabajo para los políticos y su toma de conciencia de que los problemas regionales son los mismos que los nacionales y con el consiguiente ahorro económico.

Y que, además, se pueda rastrear perfectamente de esta forma los responsables en caso de que se hagan cosas que los electores no han pedido y poder pedirles responsabilidades, encontrar culpables y aplicarles condenas.

Para finalizar y bajo el título Populismo y paternalismo: la ilusión del mandato representativo, Guillermo Pérez disertó sobre si la política se ha convertido en algo sucio, si los propios políticos progres parecen enorgullecerse de ello y si el Estado recorta libertades concretas, se mete hasta en los aspectos más recónditos de nuestras vidas, lo regula todo y encima obliga al pueblo a pagar por todos esos abusos contra el propio pueblo.

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Según indicó Guillermo Pérez, este régimen actual se funda en la convicción del régimen actual de que los seres humanos tienen minoría mental congénita, por lo que los políticos deben decidir por ellas y no cumplir lo que ha prometido

Según indicó, este régimen actual se funda en el incumplimiento de las promesas, en forzar a todo el mundo no sólo a que diga o deje de decir, sino a que sienta o deje de sentir lo que el sistema le indica; y en la convicción de que los seres humanos tienen minoría mental congénita, por lo que los políticos deben decidir por ellas y no cumplir lo que han prometido. Por oposición a esto, en Grecia y Roma la política se asociaba al dios supremo Zeus/Júpiter, que personificaba el cumplimiento de las promesas.

A diferencia de Grecia y Roma, cuyos resortes constitucionales básicos llegan hasta la revolución liberal, el régimen actual es paternalista en el peor sentido, al considerar que los gobernantes no deben cumplir con sus electores; no paternalista en el buen sentido de cuidar del pueblo. Populista en el mal sentido es un término alusivo a aquellos partidos caracterizados por prometer cosas que no cumplen; y, en cambio, en el buen sentido se entiende por aquellos que defienden a su pueblo. Invitó al público a reflexionar, acerca de los políticos españoles desde 1978, qué políticos y partidos son populistas, en base a las definiciones dadas.

Invitó también a discernir entre la defensa de la patria y del Estado o de las autonomías, pues el totalitarismo implica subordinarlo todo al Estado o a los intereses de una autonomía y es sucio pretender confundir la defensa de la patria con la de algo posterior a la patria como es el Estado.

La solución para acabar con el populismo y el paternalismo en el mal sentido y eliminar la amenaza totalitaria es acabar con el mandato representativo, creado por los terroristas (pues terrorista era el término usado para referirse a los que instauraron el sistema liberal). Recordó que el mandato representativo está presente en todas las constituciones españolas desde 1812, porque según ese mandato el político hace lo que quiera, sin ceñirse al programa prometido.

Resortes verdaderamente democráticos para combatirlo son el mandato imperativo y el juicio de residencia, pues impiden el incumplimiento de promesas y aseguran la autogestión de la sociedad. Y habían durado ininterrumpidamente al menos dos milenios, ya desde la Antigua Grecia.

Un fraude implica un engaño y, por lo tanto, un engaño en las promesas electorales es estrictamente un fraude electoral.

El mandato representativo es por lo tanto una ilusión, porque muchos se creen autogobernados y sin embargo se hallan bajo estafa electoral, populismo, paternalismo y totalitarismo. Frente a eso cabe no hacerse ilusiones (de estar autogobernado cuando el gobierno se halla fuera de todo control y encima controlan a la gente), sino tener esperanza, virtud opuesta al vicio de la ilusión, que nos brinda la certeza de poder autogobernarnos.

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