EL VERDADERO SIGNIFICADO DE LAS DECLARACIONES DE TRUMP Y EL LEGADO DE NUESTRO CANTUARIENSE

por Gaspar Pérez de Guzmán y Gómez de Sandoval

Está finalizando el año de mayor deriva totalitaria desde 1833. En nuestra línea de promover y defender lo salmantino e hispánico, nos parece fantástico que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, haya reivindicado recientemente la fiesta de Santo Tomás Becket (más conocido en Salamanca como «Cantuariense»), el pasado 29 de diciembre, 850 aniversario de su martirio a manos de la esclavista y proto-totalitaria Corona Británica:

«Invito al pueblo de los Estados Unidos a observar el día en escuelas e iglesias y lugares habituales de reunión con ceremonias apropiadas en
conmemoración de la vida y el legado de Thomas Becket»


El legado de Santo Tomás Becket empezó a ser celebrado en nuestra querida ciudad de Salamanca antes que en ningún otro sitio y por eso la primera iglesia que le fue consagrada en todo el mundo fuera de Gran Bretaña fue aquí.

Iglesia Santo Tomas Cantuariense, año 1927


La Iglesia de Santo Tomás Cantuariense fue consagrada por iniciativa de los hermanos ingleses Radulfo y Recaredo, estudiantes de la escuela catedralicia origen de nuestra Universidad de Salamanca (modelo de la mayoría de universidades hispanoamericanas,
las primeras en suelo americano)
. Y en tiempo récord: en 1175, tan sólo cinco años después del martirio del Cantuariense.


Santo Tomás Becket vino así a ser un ejemplo más para ilustrar la defensa isidoriana e hispánica de la libertad iniciada por el rey Recaredo durante la unificación de España en el III Concilio de Toledo , continuada por el humilde monje San Beato de Liébana, quien influyó hasta en los Papas y en el propio emperador Carlomagno.

tercer concilio de Toledo


Y por supuesto, el Cantuariense –de quien era devota la gran antiesclavista Isabel la Católica, que juró nuestro fuero de Salamanca junto a la Puerta de Zamora– fue todo un icono para las grandes figuras de la Escuela de Salamanca, defensoras de la evangelización, la justicia, la nación y la libertad. Por tanto, representan lo opuesto a lo defendido por la corrupta monarquía británica del idolatrado Enrique VIII de Inglaterra, quien, para calmar de forma pervertida los picores de sus gónadas, se dedicó al genocidio, al esclavismo, la piratería, la persecución religiosa, la concentración del poder y, por supuesto, la quema de todas las reliquias del mártir, su eliminación del calendario y la damnatio memoriae .


Por supuesto, luego la Corona Británica, con sus logias masónicas y sus crímenes de guerra a gran escala, ha seguido hasta nuestros días el ejemplo absolutista de Enrique VIII y no del Cantuariense, de forma que la lockeana tradición totalitaria inglesa (dividida en tories y whigs, izquierda y derecha) ha contaminado a todo el continente y después al mundo entero.

John Locke


Muchos que hoy alardean de defensores de la libertad, a la vez, se proclaman seguidores de uno de los grandes teóricos del totalitarismo nacido del proceso revolucionario inglés: el traficante de esclavos John Locke, quien hace apología del asesinato de católicos, ateos y mahometanos en su Carta sobre la tolerancia, añadiendo que «como a serpientes, no se les puede quitar su veneno con un tratamiento cortés» y que los católicos «menos que nadie pueden merecer piedad» (sic!).


Las ideas de Locke, defensoras de la concentración del poder religioso con el político, luego han sido continuadas por ciertas escuelas ultrapirenaicas que han hecho negocio con las ideas de libertad, pretendiendo mezclarlas con las de la Escuela de Salamanca, inspiradores del Concilio de Trento y luego de hermosos documentos que vamos a recomendar.

el martirio del Cantuariense


A éstos se asemeja más lo declarado por Trump en honor a Santo Tomás Becket, asesinado por defender las regalías y libertades de la Iglesia, sabiendo que la legislación religiosa era competencia de la jerarquía de la Iglesia y no de los jueces y políticos:

«ningún funcionario del gobierno, ningún gobernador, ningún burócrata, ningún juez ni ningún legislador debe poder decretar lo que es ortodoxo en materia de religión»


Aunque desde esta asociación lamentamos, entre otras cosas, que Donald Trump haya reconocido soberanía marroquí sobre un territorio español como el Sáhara Occidental (cuyos habitantes, con sus DNIs españoles, fueron abandonados por el ex–jefe del Estado hace ya bastantes años), un Estado en el que, como es sabido, no existe libertad para la religión católica. Y que si pudieran extenderían la misma prohibición al resto de territorios hispánicos.


Si quieres ahondar, te recomendamos el decreto Ut Primum del Papa Clemente XIII (3/9/1759), la encíclica Mirari vos de Gregorio XVI (15/8/1832), la Quas primas de Pío XI (11/12/1925), la Libertas praestantissimum de León XIII (20/6/1888) o la alocución Ci riesce (6/12/1953), de Pío XII, para una mayor comprensión sobre la tolerancia religiosa y su diferenciación con el indiferentismo religioso, en documentos más modernos –pero en gran medida inspirados por la Escuela de Salamanca– del mismo modo que lo entendió Santo Tomás Becket.


Ojalá que Trump siga adelante por los senderos del mártir Cantuariense, según ha declarado. Y así, fomente la aplicación de lo defendido por la Escuela de Salamanca (bien expresado en términos modernos en los documentos de era contemporánea que hemos recomendado); y no los de seguidores de Locke como Ayn Rand , cuyos ideales en términos modernos inspiraron la llamada iglesia de Satán (según confiesa su propio fundador Anton Lavey) .

Donal Trump en la marcha por la vida en enero del 2020

Gaspar Pérez de Guzmán y Gómez de Sandoval

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